día uno

Una de las características más seductoras de Mar del Marolio es su microclima benéfico para cualquier tipo de tratamiento de rehabilitación, ya sea social, moral, político o antihistamínico.
Habíanme informado en el nosocomio de confianza, que Mar del Marolio era el sitio ideal para el descanso y el dolce far niente. Playas extensas con arenas arremolinadas, blancas y acondicionadoras; el sitio del vino, el sol impertérrito y una infinita gama de posibilidades para la generación de fortunas y/u otro tipo de amasamientos que, no necesariamente tienen que ver con el vil metal, sino con los bienes del espíritu.
No más llegar a Mar del Marolio, un tornado arrasó a la ciudad y a su jardín primitivo.
El diluvio y la pasajera (en este caso, yo misma) fueron de características inconmensurables que escapan al quid de la cuestión y... mejor no hablar de ciertas cosas.
Mañana será otro día y el optimismo es parte de la religión.


día dos

No llueve. Pero tampoco hay sol. Afortunadamente mi laptop con aire acondicionado se salvó de la inundación, pero ahora no le funciona la pipeta de chanfle lo cual trastorna el unicode y sus adyacencias. Es por ello que mi Arte tapa dura estaba en llamas cuando me acosté. Es un gran recurso en momentos de abstinencia.
Inauguramos el negocio de arrodetamiento e hice migas comiendo sanguchitos. No hay vida inteligente por aquí. Mañana saldré a recorrer la zona con una varilla detectora.


día tres

Llueve. Tengo miedo de que un misil caiga sobre mi cabeza. También hay hormigas coloradas y Jim, mi novio rugbier, que está disputando una final de socker en una población que queda a unos 1200 km de acá, me escribe un amoroso mensaje que dice que me ama, me adora, me extraña, pero que recién podrá venir a visitarme en el plenilunio de agosto porque tiene una cena importante.
No me dejo amilanesar por nada. Tengo hambre y sueño todo el tiempo. El negocio comienza a funcionar tan bien que ya lo empiezo a detestar.
Camino treinta cuadras bajo una llovizna molesta con un bolso de 45 kilos sobre mi espalda pensando que ir a la universidad fue una buena experiencia, casarme también, incluso haber nacido parece serlo. Buenas e inútiles experiencias.
Extraño mucho a Z.
Sólo un fasito podrá sacarme de este estado de melancolía supina. Y acá lo tengo.


día cuatro

¡Buenas noticias! La casa de al lado está habitada por seres humanos. O más que eso. Se trata de tres seres humanos de sexo masculino, edad de merecer, jovialidad y simpatía por doquier y estado civil que por ahora promete "para lo que guste mandar". Ya veremos. El de camisa con cositos me sonrió. Y además escucha Radiohead, lo cual combina a la perfección con mi estado de ánimo.
Hoy comeré carne (específicamente pollo a la parrilla) por primera vez desde que llegué. Eso me da una gran ilusión.
El día promete. Veremos si cumple.


día 5

Lo bueno de Mar del Marolio es que no hace calor. Lo malo es que hace frío. Un frío que te cagas. Camino por la playa. Hay demasiada gente, demasiada arena, demasiado mar, demasiado viento.


día 6

Me despierta un mensaje de mi novio rugbier diciéndome que me ama y me desea con locura desesperante, que no ve la hora en que nuestros cuerpos se fundan en un frenesí ardiente de pasión, pero que no puede venir a visitarme porque tiene que ir al cine.
Nada me desalienta. Disfruto cada día como si fuera el último con la intención de no morirme jamás. La empresa de arrodetamiento crece a diario y, si bien el trabajo es extenuante, no por ello es menos satisfactorio.
Mucho más cuando lo veo aparecer entre la multitud de larvas vacacionantes.
Es el hombre más hermoso que he visto sobre la faz de Mar del Marolio.
Me pregunta por el precio de los "corchetes estos" y me dice que le gustan mucho pero que prefiere uno más corto. Le ofrezco hacerle uno a medida y cuando estoy tomando la dimensión de su cuello perfecto hago lo indecible por refrenar la tentación de acariciarselo. Todo sea por la prosperidad del negocio. Un corchete es un corchete y sumado a miles de ellos en pocos meses amasaré una fortuna considerable que me permitirá, entre otras cosas, tiempo libre para aceptar cualquier tipo de invitación que el hombre más hermoso que he visto sobre la faz de Mar del Marolio me haga.
Más tarde, mientras estoy en plena labor arrodetal, lo veo pasar dos veces. Las dos veces me sonríe y mi corazón estalla de alegría.

Las 30 cuadras y los 45 kilos de peso en la espalda son una nimiedad. Sólo pienso en el corchetito que tengo que acortar para mañana.


día 7

Comemos ensalada de arroz, atún, zanahoria, tomate, choclo y huevo.
Salió el sol y voy a la playa. Mientras estoy leyendo El Estereoscopio de los solitarios de Wilcock, recibo un mensaje de mi novio barman, que está en Buenos Aires y no tiene aire acondicionado.
Me dice que me adora pero que no puede venir porque tiene que sacar a pasear al perro.


COSAS QUE HABRÍA QUE ERRADICAR DE LA PLAYA

-Los niños menores de 14 años
-El juego de paleta
-El juego de tejos
-La arena
-Los vendedores ambulantes
-El viento
-Las familias


día 8

El hombre más bello que ha visto sobre la faz de Mar del Marolio llega cuando estoy por cerrar. (Esta noche me fui con un poderoso escote y comprobé que los padres vacacionantes son capaces de comprar cualquier pelotudez si son unas tetas las que venden). Me pregunta por su corchete y lo saco del bolso, se lo coloco en el cuello y no atino a prenderle el cosito por varias razones:
1. Porque a esta hora ya no veo nada.
2. Porque ese cuello me produce unos inconmensurables deseos de besar, besar y besar.
3. Porque el muchacho es muy alto y yo muy baja; tengo que estirarme mucho y él encorvarse bastante.

La solución está en la silla y allí, una vez aposentado, lo tengo a mi merced. El corchete le queda precioso y se lo cobro un poco más caro por varias razones:
1. El stress que me produce la colocación y contacto con su piel.
2. El amor grandilocuente que me embarga.
3. El hecho en sí mismo.

Lo veo alejarse hacia la zona de espectáculos y comienzo a guardar la parafernalia rodetal y todas sus ramificaciones.
Quisiera sentirme Ingrid Bergman, pero lo peor es que me siento Humphey Bogart.


día 9

Babasónicos suena y resuena todo el tiempo y no tengo más salvación que entregarme. En la entrega, descubro que la parte más podrida de mi ser y el vaivén dislocado de mi alma han vencido a la exquisitez de mis oídos acaparadores de belleza. Es decir, me gusta Babasónicos y hasta me banco la infumable voz de D'Argelos porque, es justo y necesario, reconocer que las composiciones son buenas. (Perdón y mil perdones a todos aquellos a quiénes en su momento vituperé al respecto).
Recibo un mensaje de mi novio rugbier que dice que hacía mucho tiempo no sentía un amor tan magno y profundo del alma misma, que su cachondez roza el límite del infinito y unos cuantos kilómetros más allá; que daría media vida por venir a verme, pero que no puede porque tiene que cambiarle un cuerito a la canilla de la cocina de su loft.

El mar me ha convertido en una persona ecuánime, paciente, serena y sumamente comprensiva. El mar me ofrece una especie de optimismo que se asemeja bastante a la afratachación de un estado de paz atenuado y reconfortante.
Las ventas son buenas y estoy considerando seriamente la posibilidad de pedir un aumento de sueldo o empezar ya mismo la reivindicación de mis derechos sociales: mañana exigiré volver a casa en remís.


día 10

Los perros de Mar del Marolio no son perros sino reencarnaciones de las almas de viejos pescadores que jamás regresaron a tierra.
Se los ve por todas partes, casi siempre en grupos, casi siempre durmiendo bajo alguna sombra fresca y reparadora.
Es conocido por todo marmaroliense que, en las madrugadas, cuando la marea sube, todos ellos se reúnen en la playa con la esperanza de encontrar el cuerpo mortal que alguna vez les perteneció, pero como estas almas metamorfoseadas en canes vagan desde hace millones de años, la ilusión se les fue deteriorando y el motivo que los agrupa perdió significado. Las tertulias terminan en largas conversaciones donde cada uno de ellos intenta recuperar algún recuerdo de su vida anterior.
Pero el tiempo es desmemoria y es equívoco y los perros mezclan leyendas sin tener la más mera noción de cuál corresponde a cada uno, por eso es que siempre terminan cansados, echados en círculo y cantando una que "saben todos".


día 11

Me encuentro en el almacén con el vecino de la camisa con cositos, que ahora tiene puesta una remera negra que le queda espectacular. Está bronceadito.
Me mira.
Lo miro.
Nos miramos.
En el regreso a casa se me acerca y me pregunta si conozco una farmacia por la zona. Le doy las indicaciones pertinentes y me pregunta que hasta cuándo me quedo y le digo que hasta marzo (pensando en mi fuero interno: "con vos me quedo a vivir, papá")
El me dice que se va mañana temprano y comienzo a sentirme la mujer más desdichada de la tierra, depresión que pasa pronto. En casa hay asado.
Me llama mi novio rugbier diciéndome que mañana viene a visitarme y esta noche me acuesto con una especie de sopor agradable y plácido.


día 12

...


día 13

Me despierto a las tres de la tarde e intento sacar algún tipo de conclusión respecto a los sucesos acaecidos el día anterior. Como me resulta imposible, duermo media hora más.
Desayuno una merienda que consiste en dos cachos pizza de ayer y coca light, mientras espero alguna señal de vida inteligente.
No hay vida inteligente en Mar del Marolio y el día transcurre por los cauces establecidos. Todavía no tomé sol y supongo que no lo haré nunca.

¡Buenas noticias!
Estaba en mi periplo caminante cuando un señor me dice desde un auto: -¿Vas al shopping ferial?
Se trata de E., un señor muy amable, educado y simpático con el que me he cruzado un par de veces.
O sea, ahora voy y vuelvo en auto. Se acabó la tortura 30 cuadras, 45 kilos.

Además es separado.


día 14

La vida en Mar del Marolio se reduce a:

-caminar
-arrodetar
-dormir
-caminar
-fumar
-arrodetar
-tomar helado
-caminar
-barrer arena
-caminar
-combatir hormigas
-caminar
-arrodetar
-leer
-caminar


día 15

Son las ocho en punto. Hora de levantarse.
..........
Son las ocho en punto. Hora de levantarse.
..........
Son las ocho en punto. Hora de levantarse...

B. me está esperando en la 56 y 4. Hacía más de un año que no nos veíamos y tiene el pelo más largo. Está flaco y lindo como siempre. Sólo que ya no tiene barba. Dios mío.
-Tendré que llamarte por tu nombre?
-No, prefiero ser el B. de siempre.

"Siempre" me remite a tantísimos años, a muchos momentos compartidos. Sos mi B. de "siempre", claro.

Desayunamos en el sitio de "siempre" que sigue "siempre" ahí, "siempre" igual. Las medialunas son las mejores de Mar del Marolio, la atención "siempre" pésima.
Nos ponemos al día de más de un año de aventuras mutuas sin par durante unos veinte minutos y vamos a caminar por la playa. Como "siempre".
Adoro a este chico, aunque "siempre" esté apurado, aunque "siempre" tenga que irse, aunque "siempre" desaparezca por largas temporadas. Adoro a este chico y "siempre" lo voy a adorar.
Promete venir la semana próxima y llevarme a pasear a Gesell.
Yo sé que eso no va a suceder.
Pero no me importa.


día 16

Gran asado gran en casa. Montones de frickis reunidos alrededor de la parrilla y un número imposible de contar de bebidas alcohólicas de diversa índole.
Me siento rara con mi vaso de pepsi max. Rara y envidiosa. Rara y orgullosa. Rara y arrogante. Rara y rara.

Para no tener que presenciar el show del divague me voy a caminar un rato. Me quedan dos horas libres antes de ir a laburar.
Mi novio barman me manda mensajitos muy cariñosos y promete venir a visitarme porque me extraña.
Yo sé que eso no va a suceder.
Pero no me importa.


día 17

Quiero volver a casa.
Extraño a Z., a mi computadora, mi cama, mi lagartija de luz, mi aburrimiento, mi música.
Extraño a Z. que en este momento está en una colonia de vacaciones para perros. Lo imagino libre y feliz, corriendo con sus nuevos amiguitos y me dan ganas de llorar.
Extraño a Z.
Extraño mi música.
Tengo que contestar montones de mails. No tengo tiempo, no tengo ganas, no tengo crédito.
Extraño a Z.
Quiero volver a casa pero es demasiado temprano.


día 18

Primer día de tomaje de sol. Hora y media. Vuelta y vuelta. Protección solar 24. Breve chat vía smn con la parabólica humana que me hace reír. Mucho.
En la última vuelta, boca abajo, libro de almohada, me duermo y el sol se aprovecha de mi total indefensión.
¿Te acordás de que yo era blanca?
Bueno. Ahora no.
Ahora soy un tomate rojo frito.

Mi ex novio rugbier me avisa que Mar de Holliwood acaba de ser devastado por un huracán. No puedo contestarle que acá hace sol, que me arde, me arde, me quema, me quema, porque no tengo crédito y no lo tendré hasta que cobre el magro sueldo que, por lo visto, tratándose de un megaemprendimiento de tamañana envergadura, sólo necesita reinversión.
Y mi sueldo no es parte del crecimiento empresarial.

En menos de dos horas el cielo se pone negro como el corazón de un soldado.
El huracán arrecia y trae con él ¡MI PRIMER NOCHE LIBRE EN MAR DEL MAROLIO!

¿Qué hacer en una noche que no promete más que darle sin asco al arte tapa dura?

Me llama por teléfono mi novio barman. Su maravillosa voz es, en este momento, una real y básica necesidad para mis oídos.
Cuando ambos nos quedamos sin batería decido ir a la playa a fumar y ver las estrellas que el huracán dejó relucientes e intactas.
La calle está oscura y enfilo hacia el muelle.
Ahí lo veo.
Sentadito y solo.
Lindo, sobre todo lindo. De espaldas se parece a J. y me ilusión con la perfección que sería encontrármelo justo ahora a J., sentadito, solo y lindo para ver con él las estrellas y compartir fasito.
No es J.

Le pregunto a un grupete de vándalos alcoholizados cuál es el mejor lugar por donde bajar a la playa y me dicen con una lógica increíble para sus estados, que el mejor lugar es la escalera.
La escalera dónde está sentado J, que no es J.
Cuando paso por su lado una chica borrachísima intenta hacer lo mismo que yo: bajar a la playa. La tomo de la mano y juntas logramos sortear los escollos que significan esos escalones podridos, empinados, resbaladizos y oscuros.
J, que no es J, desde arriba nos da instrucciones: "cuidado con ese, saltito en el último, ojo con aquel..."

Cuando al fin tocamos arena, la chica me agradece y desaparece como por arte de magia. La chica es morocha y es linda. Todavía no sé si es real o es una enviada de Yemanjá que vino para entregarme alguno de sus dones.

Estoy sentada en la arena húmeda. Fumo y miro las estrellas. J, que no es J se acerca y me pide fuego y se sienta al lado mío.
El cielo, el mar, él y yo. Mar del Marolio es el lugar más bello de la tierra. Este momento es exactamente lo mejor que podía pasar en mi primer noche libre.

J, que no es J, es geminiano. Es fotógrafo. Es hermoso. Hablamos durante horas como si nos conociéramos desde siempre. Somos parecidos.
Los dos sabemos que jamás volveremos a vernos.
A ninguno de los dos nos importa.


día 19

El colorado va mutando a bronceadito. O estoy linda o me tienen lástima porque esta noche podría definirse como la noche maroliense del piropo a Luc.

Piropo 1:
Voy a saludar al chico de los tapices en batik y cuando me ve dice: "¡Oh, salió el sol!". Miro al cielo y comprendo que es de noche, por ende, en este caso, el sol soy yo.
O bien, el chico está tan fumado que se amarilinaroseó.
De todos modos me da tanta vergüenza que me escondo en el negocio de al lado, el de las brujas macabras y allí tomo unos mates con P. que es una bruja macabra y adorable.

Piropo 2:
Corresponde a mi compañero de la izquierda (no por militancia sino por puro mercantilismo).
Estoy sobre una silla colocando un cartel y lo escucho: "Cómo me gustaría ser champiñón para estar sobre ese lomo... Jua, jua, jua..."
Le digo que es un grasa.
No sé que me molesta más. Si el champiñón, si el constante acoso de mi compañero de la izquierda o su permanente jua jua jua.
Le digo que se esmere, que si no pone pilas mañana me traigo una medianera y lo privo de la visión celestial que le proveen mis tetas cada una de las veces que me inclino para arrodetar.

Piropo 3:
Para esmerarse me dice: "Ya sé porque venís de noche... (silencio sepulcral)
...
ya sé porqué venis de noche..." (ta bien, hagámoslo breve: "¿por qué?"
...porque con el sol los bombones se derriten...jua, jua, jua..."

Piropo 4

Mi amigo E. tuvo que volver a Buenos Aires, así que he vuelto a las 30 cuadras marcha lenta.
Voy por la 64 y un muchachito que camina detrás de mí me dice: "Tengo que acompañarte, me dijeron que en la esquina están robando muñecas".
No me doy vuelta. Temo encontrarme con un pre adolescente. Temo que sé de cuenta a quién acaba de decirle algo tan bonito y salga corriendo, temo que se rompa el hechizo y camino rápido con la esperanza de que sea cierto, de que en la esquina esté mi Al Monday agazapado esperándome a mí, su barbie playa.


día 20

La segunda quincena, la de la fama, gloria y dinero arrancó mal en varios aspectos, principalmente la merma de hombres hermosos que visitan el shopping ferial.
Cobré medio sueldo. Aprendí a hacer corchetes y pipernos. Mi día consiste en leer Don Delillo, depilarme, producir jaramangos y pensar en mi futuro. Hago bocetos mentales respecto a un proyecto de vida y hay uno que me entusiasma bastante.

Las estrellas de la noche hacen que me sienta una miserable. Son tan libres, tan bellas, tan expuestas, tan gratis que me emocionan.
Al salir del laburo vuelvo caminando por la playa. Me siento tan libre, tan bella, tan expuesta, tan gratis...
Me siento tranquila, las estrellas me acompañan todo el camino. Deben creer que soy una de ellas.


día 21

Llegaron amigos. La casa es un gran kilombo de bolsos, risas, vasos, humo y bebidas varias.
Huyo despavorida ante tanta alegría de vivir.
Todos ellos están de vacaciones.
Yo no.

El dueño de las llaves del shopping ferial está loco por mí y aprovecha cada momento en que no estoy arrodetando para acercarse a charlar o cebarme mate.
Hoy se animó y me invitó a cenar después del cierre.
Amablemente declino la invitación pero le acepto que me lleve a casa en su camioneta.

En el trayecto me cuenta dos mil cosas que no me interesan. Por suerte, se hace corto y cuando llego a casa creo que estoy a salvo.
En casa hay fiesta. Gente bailando, comiendo, gritando, cantando, living la vida loca.
Súbitamente me dan unas intensas ganas de volver a la camioneta a escuchar dos mil cosas más que no me importen.
Pero es tarde.
Voy a la playa en busca de un milagro J., que no es J.
Pero el milagro no sucede.
La enorme tristeza que empiezo a sentir me anuncia que mañana, seguro que me viene.
Mar del Marolio sigue a pie juntillas las reglas fisiológicas que dios creó para nosotras.


día 22

La alimentación en Mar del Marolio se reduce a:

-helado
-alfajores
-pizza
-empanadas
-hamburguesas
-alfajores
-helado
-empanadas
-pan con manteca
-alfajores
-helado
-empanadas
-asado
-pizza
-panchos
-hamburguesas
-alfajores
-pochoclos
-alfajores
-helado
-empanadas
-alfajores.

La música en Mar del Marolio se reduce a:

FM Central: El hitazo del verano; Bombón asesino; Pobre diabla; Calle 13; Calamaro y su amor en venta en la peor de sus crisis creativas; Soy hermoso, soy hermoso; Shakira; Coty nada de esto fue un error; Axel; Estelares, los tipitos; Fito Páez embarazado en la peor de sus crisis creativas; Julieta Banegas.

Así que ya sabés.


día 23

De la gente que está parando en casa hay uno que está bastante bueno, pero a quién personalmente no soporto.
Es intratable, pendenciero, creído, mala onda, imposible conectar, borracho, tonto, básico, bruto, muy pero muy pelotudo, etc.
Se comenta por ahí que él y yo somos tal para cuál, que detrás de ese rechazo y fastidio mutuo se esconde el Gran Romance del Verano.
Yo digo: "Ni en pedo"; él dice: "A esa mina no le entiendo porque habla bajito"; yo digo: "Es sordo pero está bárbaro", él dice: "Me encanta pero no me da cabida", yo digo: "Además ronca"; él dice "Es una agrandada, la va de intelectual, es aburrida"; todos dicen: "Son el uno para el otro"; yo digo: "Es un imbécil"; él dice: "Es una jodida"; yo digo: "Es escorpiano, traidor, mentiroso e hipócrita"; él dice: "Es una geminiana del orto que me va a volver loco de celos"; yo digo: "No tenemos nada en común"; él dice: "No le gusta bailar, es una agreta"; todos dicen: "¡Se ha formado una pareja!"; yo digo: "Por suerte se va mañana"; él dice: "Menos mal que mañana me voy".


día 24

La gente que viene de vacaciones a Mar del Marolio llega con un chip de buena onda incorporado y a mí se me contagia.
Aquí es técnicamente imposible ser una amarga antisocial. Paso las horas desperdigando sonrisas, interviniendo en conversaciones vacuas y haciendo comentarios bobaliconamente atinados, ciento por ciento vendedores.

Tengo la esperanza de volver a Buenos Aires con esta misma actitud de chica encantadora y hacer del 2007 un año de prosperidad, paz y amor; rodeada de gente con chips buena onda que me contagien.

Pero esta sensación es ilusoria como todo lo que es bueno y no engorda.

Tengo la esperanza de no volver a Buenos Aires nunca más. De traer a Z. porque sé que aquí los dos seríamos felices.

Tengo la ilusoria esperanza de ser feliz.


día 25

Cantidades inconmensurables de ropa para lavar.
Extraño a mi lavarropas.
Extraño a Z.

Mientras enjuago reviso mi proyecto de vida futura y le doy forma. Se parece a algo así como una familia que conocí anoche en el shopping ferial.
La meta que debo seguir es enfocar hacia mi proyecto de vida y pegarle para adelante hasta conseguir hacerlo realidad.

Extraño a mi lavarropas.
Extraño a Z.
Por suerte mañana vienen las chicas.


día 26

P., A., K.,  y que Yemanjá nos proteja.
La playa se llena de Robertos. Cada médano tiene un nombre: Carlos Roberto, Juan Roberto, Víctor Roberto, Roberto de la Rua, y más...
Vamos y venimos, venimos y vamos, fumamos, nos peleamos, nos amigamos, fumamos, vamos, venimos...
A. se liga a mi proyecto de vida: Roberto Antonio. Viudo, con plata, auto y familia incorporada. Rubio, bronceadísimo, fuertón.
Y así como así, se nos pasan cinco días imposibles de detallar.


día 30

La belleza excede cualquier descripción.
La bola de fuego saliendo del mar. Noches en las que dan ganas de recaer un rato, de abrazar la inmensa inocencia blanca y dejarse llevar como las barcas llenas de ofrendas y velas; convertir los tambores y batucarse el corazón un momento. Trajes blancos, gordas danzando, pescadores crédulos, reflejos rojos y ella viéndome cuando la veo tan magnífica, insuperable.

Desde que tuve la certeza de que el amor no es algo noble como nos mintieron a lo largo de la pantalla, el hueco se hizo inabarcable. Desde que perdí la fe vagué tanteando en el aire y en la esperanza enervada y líquida, buscando llaves de puertas que ya no llevaban más nombre que la pena.

Hoy creo en ella. Reina, motor, vida, poder.
Creo en los fenómenos que me asombran y el impacto lo siento fuerte en el pecho, en la carne de gallina, en las lágrimas de lindo.
Creo en la belleza y quiero vivir rodeada de ella.
Marche un proyecto de vida.
Sólo por hoy.


día 31

Los datos que las estadísticas reflejan respecto a la cantidad de muertes por accidentes de tránsito en Mar del Marolio no se condicen con la velocidad demencial con la que manejan los remiseros, los cruces sorpresivos de perros callejeros y las larvas vacacionantes que pasean en "carrozas".


día 32

Viaje relámpago a la ciudad más sucia y fea del planeta: Buenos Aires.
Falleció mi padre biológico.
En el hipódromo
Corría su caballo
El que nunca gana
Murió antes de la carrera
No llegó a verlo salir segundo (por dos cuerpos).
Murió donde debía. El lugar que más amaba, con los que amaba: sus caballos.
El colmo del loser hubiese sido que ganara.
Pero no.
Ni eso.
Yo no siento nada en especial
Mucho cansancio

Estoy con mi nene y con Z.
Buenos Aires es la ciudad más fea, sucia y agotadora del planeta.
Mañana temprano vuelvo a Mar del Marolio
Estoy contenta.


día 33


Estoy haciendo hijitos (no molestar)

Descubro que el mundo está lleno de personas y que cada una de ellas tiene un valor incalculable. Me quito el traje soberbio y lloro un rato con una completa desconocida a la que le escucho a diario su caterva de lugares comunes y frases que no comprendo por su simpleza.
Descubro que el mundo está lleno de gente solidaria, de horribles crucifijos de cerámica pintados a mano, de recaídas.
Algunas recaídas son buenas.
Algunas personas también.
Dios no existe pero me dicen que va a ayudarme y hoy lo creo.


día 34

La luna rellena el ángulo izquierdo superior de la ventana y me da en plena cara mientras trato de dormir. Su brillo no me deja, la atracción es tan enorme que no puedo dejar de mirarla. Le falta un cacho grande pero luce esplendorosa.
Pienso.
La miro y pienso
Pienso en vos.
La miro y decido que no voy a dejar de pensar en vos porque esta luna, este lugar, el ángulo izquierdo superior de esta ventana y esta cama no me dan ni un solo indicio que se te parezca en algo.
Y sin embargo pienso.
Pienso en vos.


día 35

Hace tantísimo que no veo televisión.
Esperando el remís veo en el disney channel un pedacito de Mary Poppins y me divierto muchísimo.
Si alguna vez volviera a enamorarme, mar del Marolio sería mi domicilio conyugal.
Porque acá no pasa nada. Porque Mary Poppins es lo más divertido del mundo. Porque cada cosa que suceda correrá por exclusiva cuenta del consumidor.


día 36

El Bob esponja del tren de alegría de Mar del Marolio fuma porros ininterrumpidamente.
Dice: —Es la única manera de poder tolerar esto.


día 37

Esta noche tengo miedo de morir sin haber hecho algo grandioso.
Esta noche es larga, y se jacta de un poder manipulador que tiene sobre toda mi esperanza. Es un laberinto absurdo impenetrable y a la vez humano, casi como labios sangrantes de una espera, como un sol poniéndose en un cielo nebuloso que adormece la tristeza.
Estoy despierta descifrando cascabeles oxidados contra el espejo que nunca deja huellas.


día 38

El dueño del shopping ferial, sentado en su banquito, me ceba mate y se enamora. Me regaló un dos corazones que tiene un versito que dice:

Mira aquellas estrellitas
están juntas dos a dos,
pero ninguna se quiere
como yo te quiero a vos

Me cago en todos los santos en general.
Y en San Valentín en particular.


día 39

Una de las cosas que más me molesta es que me saquen fotos cuando estoy arrodetando. Debo figurar en cuanto fotolog adolescente en vacaciones existe.
Y es horrible.


día 40

Un rato antes de que la grasa de Buenos Aires se cuele por mi piel, pretendo escuchar el rugidito ronroneo, la mentira disfrazada de ternura y la violenta levadura de dos horas y no más que dos.
La avidez del amor me hace menos inocente y también menos culpable.


día 41

- 14 km. caminamos
- 200 g. de fiambre consumimos
- ¾ kg. de caracoles recogimos
- 15 m. esperamos el auxilio
- 2859 curvas dio el colectivo
- 20 pesos gastamos en total
- 5 seres humanos se cruzaron en nuestro camino
- 2 perros
- 3 llamadas telefónicas efectuamos
- 2 meadas en las dunas realizamos
- ½ fasito al sol
- 1 topless
- 1 insolada
- 2 bandos de gaviotas (blancas y negras)
- 1 Juan Salvador Gaviota al pedo como de costumbre
- Ninguna recaída


día 42

Se fue P. Queda por delante una quincena pero para mí esto está terminado.